Fuente: El País
Trescientos estudiantes madrileños de secundaria estuvieron ayer un 
poco más cerca de las trabajadoras del Tercer Mundo que padecen 
condiciones laborales abusivas. Durante una hora pudieron debatir con 
Oneyda Hércules Rodríguez, presidenta de una asociación de empleadas de 
la industria textil hondureña.La suya no era una charla puntual. El acto
 forma parte del programa escolar Conectando mundos, 
organizado por la ONG Intermón Oxfam en colegios de toda España para 
concienciar a los estudiantes sobre lo que a veces se esconde tras las 
ropas y artículos deportivos de primeras marcas. 
A los chavales les impresionó que una mujer no mucho mayor que ellos 
(tiene 21 años) y apariencia frágil haya trabajado desde que era una 
niña y se haya enfrentado, perdiendo el empleo tras montar un sindicato,
 a las condiciones de estas compañías transnacionales que producen para 
el Primer Mundo explotando a los habitantes del Tercero.
"Noto 
mucha diferencia entre los adolescentes madrileños y los de mi país. 
Aquí los muchachos viven con sus padres sin trabajar mientras estudian, 
pero en mi tierra tienen que trabajar de lunes a sábados y estudiar, si 
pueden, en su tiempo libre", explica esta mujer, que a los 14 años se 
vio obligada a abandonar sus estudios, ya que su madre fue asesinada y 
su padre carecía de recursos económicos para mantener a toda la familia.
 Pronto empezó a trabajar en las maquilas, es decir, en las 
fábricas de capital extranjero que producen en países del Tercer Mundo 
con horarios draconianos, salarios ínfimos y nulos derechos para sus 
empleados.
"La jornada laboral puede durar hasta 14 horas, y para 
ir al baño tienes que pedir permiso. Las condiciones son tan insalubres 
que es fácil enfermar, pero sólo tienes derecho a ir al médico una vez 
al mes porque, si no, te amonestan, y cuando, de la noche a la mañana, 
deciden cerrar la fábrica te quedas en la calle sin subsidio ni 
indemnización alguna", explicó Oneyda ayer en el anfiteatro de la 
facultad de Medicina de la Universidad Complutense. También recordó que 
fue víctima de acoso sexual por parte de un gerente y de un supervisor 
de la fábrica y que, en enero, cuando empezó a formar un sindicato, fue 
despedida.
Javier Nuño, Miguel Aller y Sergio Ramiro, tres alumnos
 de cuarto curso de secundaria en el colegio concertado Santa Beatriz 
Silva, de Carabanchel, ya sabían que las condiciones laborales de muchos
 trabajadores de los países pobres son draconianas. "Llevamos varios 
meses investigando el asunto en clase y sabemos que reciben sueldos muy 
bajos y que sus fábricas suelen ser insalubres", explican. Pero 
escucharlo de viva voz de una chica sólo cinco años mayor que ellos, les
 impresionó vivamente.
En su clase tienen compañeros procedentes 
de países latinoamericanos y africanos donde se dan situaciones 
similares a la descrita por Oneyda. "Pero son tímidos y cuentan pocas 
veces esas cosas o han nacido ya en España, y saben poco de la tierra de
 sus padres", aseguran estos tres chavales. Lo que no saben es qué 
pueden hacer ellos para aportar su granito de arena contra esas 
injusticias. "Eso es cosa más bien de los gobiernos, nosotros no 
mandamos", reflexionan. Tampoco creen que vayan a dejar de comprar 
determinadas zapatillas o ropa deportiva ante la duda de cómo se 
producen.
A Marina, Irene, Raquel, Eva y Ana, todas ellas alumnas 
de tercero de secundaria del colegio Gamo Diana, en Aluche, les impacta 
que la mayor parte de los trabajadores explotados en los países pobres 
sean mujeres. "Ahora estamos más solidarizadas con estos temas", 
aseguran, y destacan el "valor" que tienen Oneyda y otras mujeres como 
ella. Pero tampoco saben cómo actuar. "Si dejas de comprar una marca 
porque trata mal a sus empleadas, acaba cerrando y entonces éstas se 
quedan en la calle, con lo que no has resuelto nada", plantean. "Lo que 
hay que conseguir es que todos los países se pongan de acuerdo para que 
haya un comercio más justo", proponen como alternativa.
Echar del trabajo
Nuria
 Labrador y Josefa Lobebe, del colegio Mater Purísima, de Usera, creen 
que las condiciones laborales de los madrileños, aun de los más 
precarios, son "mucho mejores" que las de los países más pobres. "Es 
increíble que les echen del trabajo cuando forman un sindicato", comenta
 Nuria. Josefa nació en Guinea Ecuatorial, pero vive en Madrid desde los
 tres años y no tiene demasiadas referencias sobre la situación laboral 
del país de sus antepasados. "La mayor parte de mi familia vive en 
España y no sé bien lo que ocurre en Guinea", asegura.
El 
presidente de Intermón Oxfam Madrid, Ricardo Magán, explica que esta 
iniciativa forma parte de un programa de concienciación sobre los países
 del sur que esta ONG desarrolla desde hace años con fondos del 
Ayuntamiento de Madrid. "Enviamos carpetas de trabajo a todos los 
colegios madrileños de primaria y secundaria. Luego se ha trabajado en 
profundidad con cerca de mil alumnos de secundaria. Durante meses, han 
participado en un aula visual a través de Internet, en la que 
intercambiaban impresiones con alumnos de otras comunidades autónomas. 
En esta jornada, lo que hacen es participar en talleres y llegar a 
conclusiones", explica.
Una manta con sueños de justicia
La labor de los estudiantes en esta campaña a favor de los derechos 
laborales de las trabajadoras de los países pobres no caerá en saco 
roto. Además de en sus mentes, quedará plasmada en una manta tejida con 
telas en las que los chavales han escrito sus propuestas para evitar la 
explotación Norte-Sur.
La manta de los escolares madrileños y las 
elaboradas por los alumnos de otras ciudadades españolas y europeas 
permanecerán colgadas en el itinerario que recorra la antorcha olímpica 
hasta llegar a Atenas.
Además, las conclusiones a las que han 
llegado los 300 escolares reunidos ayer en el anfiteatro de la Facultad 
de Medicina de la Complutense se entregarán en los Diálogos del Fórum 
2004, un encuentro para debatir sobre las grandes cuestiones del siglo 
XXI que se celebra en Barcelona del 9 de mayo al 26 de septiembre.
"El
 objetivo es que se juegue limpio en los Juegos Olímpicos, porque hay 
muchas prendas deportivas fabricadas por mujeres que trabajan 14 horas 
diarias y sufren acoso sexual. Lo que pedimos a las empresas es que 
tomen medidas para cambiar esa situación", explican en Intermon. Más 
información, en www.juegolimpio.org.
 
 
 
