viernes, 20 de junio de 2008

Sindicalista de CCOO y ex-cooperante en Honduras publica biografía de Fernando Hoyos

«El gallego jesuita Hoyos es un gran olvidado en su país»

Durante sus años de cooperante, el ferrolano conoció al sacerdote que mataron por ayudar a los indios

Cómo explicar la vida de un jesuita guerrillero en Centroamérica, ahora, en plena batalla contra las FARC de Colombia y otras manifestaciones de lucha armada en el siglo XXI. El ferrolano Ton Blanco, hasta hace poco secretario general de CCOO de la banca en Galicia, cooperante de 1976 a 1981 en Honduras, se lo ha propuesto porque reivindica la figura de Fernando Hoyos, un vigués caído en las montañas de Guatemala en los años más negros de la represión en aquel país. Hoyos era un intelectual formado en los seminarios y universidades de Salamanca, Munich y Lovaina, había nacido en 1943. Son coautores del libro homenaje, ya en las librerías, Pilar Hoyos, su hermana, y Enrique Corral.
-¿Es Hoyos el gran olvidado de aquella guerra civil no declarada?
-Es Guatemala entera y él también. Las cifras de los muertos por la represión y la contrainsurgencia son espeluznantes para una nación tan pequeña. Si en Argentina fueron 30.000, en Guatemala superan ampliamente los 200.000. De una población, entonces, de unos cinco millones de habitantes, con cerca del 80% de indígenas. Hay que situarse en aquel tiempo, aquello nada tiene que ver con ETA.
-¿Qué llevó a Fernando Hoyos a la guerrilla?
-Es que había pocas alternativas. Cualquier opción que se saliera de los cauces oficiales era salvajemente reprimida. Una comunidad campesina, por ejemplo, decidía enviar un comisionado al Parlamento para pedir cualquier cosa y nunca regresaba. Lo detenían en una comisaría que había delante de la cámara legislativa y ya no se volvía a saber nada. Pasaba lo mismo con profesores, periodistas, abogados o fiscales... cualquier sospechoso acababa muerto. Hombre, un pariente del actual presidente guatemalteco, que huía corriendo, fue perseguido por un helicóptero artillado a tiros hasta que lo asesinaron.
-¿Es también desconocido Hoyos ahora, allí?
-No. Aquí los gallegos no lo conocen, es el gran olvidado en su propio país, pero en América es un mito, un héroe, hay bibliotecas que llevan su nombre en Costa Rica, canciones que lo cantan en Venezuela y Guatemala.
-¿Qué hacía él?
-Fue coherente. A pesar de que sabía que lo iban a matar porque sufrió un intento de secuestro poco antes se propuso ayudar y no dejar a las poblaciones indígenas. Utilizaba la pedagogía de Paulo Freire. Pero cualquier persona que hacía allí estas cosas se convertía en un sospechoso. Los asesinatos de blancos eran selectivos pero los de indios fue un verdadero genocidio, poblaciones enteras masacradas... Fernando cayó, precisamente, cuando trataba de ayudar a Chepito, un niño de poco más de doce años al que habían herido en una emboscada. Los dos cuerpos cayeron al río San Juan y nunca más se supo de ellos. Era amigo de Jon Sobrino, el jesuita que mataron con Ellacuría en El Salvador, de Vicente Menchú, el padre de Rigoberta, que murió cuando el ejército asaltó la embajada de España en 1980 para desalojar a unos campesinos.
El libro ha sido publicado por la Fundación 10 de Marzo, de CC.OO.