Fuente: UGT
La Secretaria Confederal para la Igualdad de UGT, Almudena Fontecha, ha recibido hoy, a varias representantes de colectivos de mujeres de El Salvador y Guatemala que denuncian el feminicidio y la violencia de género en sus países. Este encuentro ha servido para volver a mostrar el apoyo del sindicato a la lucha de estas mujeres y ofrecer un compromiso de colaboración con estos colectivos.
En el encuentro se recibió a Walda Barrios, Presidenta de la Junta Directiva de la Unión Nacional de Mujeres Guatemaltecas, Glenda Vaquerano, Coordinadora del Programa de Violencia de Género de la Organización de Mujeres Salvadoreñas ORMUSA, y a varias representantes de la Asociación de Investigación y Especialización sobre temas Iberoamericanos.
UGT como parte de la Confederación Sindical Internacional (CSI) y de las Federaciones Sindicales Internacionales manifestó su solidaridad y su compromiso con los colectivos de mujeres de los países de Centroamérica tras un encuentro sobre “El papel de las organizaciones sindicales en la lucha contra la impunidad” que tuvo lugar en Guatemala el pasado mes de enero.
Entonces se suscribió una declaración en la que subrayaba “el rechazo a todo tipo de violencia o violación de los derechos humanos fundamentales y a la impunidad en Guatemala y en los demás países de Centroamérica”, y se hizo alusión explícita a la necesidad de que “el movimiento sindical asuma como prioritaria la lucha contra el feminicidio, adoptando medidas concretas que contribuyan a modificar esta nefasta violación del derecho a la vida de las mujeres”.
El feminicidio, una de las formas más extremas de violencia contra las mujeres, se ha incrementado en las últimas décadas en los países del denominado triángulo norte de Centroamérica, formado por Guatemala, El Salvador y Honduras. Allí, más de 3.500 mujeres fueron asesinadas en los últimos cinco años, y sólo durante 2006, más de 1.200.
En el primer semestre de 2007 se contabilizaron 306 asesinatos en Guatemala. En El Salvador hubo 390 feminicidios en 2005, mientras que en 2006, la cifra aumentó hasta las 437. También es conocida la situación en México, concretamente en Ciudad Juárez, donde se cuentan más de 500 mujeres asesinadas en 14 años.
Estos datos escalofriantes revelan que en estos países, la violencia contra las mujeres ha alcanzado niveles alarmantes que evidencian un crecimiento de la criminalidad que amenaza la democracia y la gobernabilidad de estos países, y pone de manifiesto la situación de inseguridad permanente en el que viven las centroamericanas por el mero hecho de ser mujeres.
Para entender la situación de indefensión y terror en el que viven las mujeres del triángulo norte, es necesario indagar en la violencia sufrida por la población femenina durante los años de los conflictos armados e incluso, tomar en cuenta que antes de las guerras, el estatus sociocultural de las mujeres en Centroamérica también era de exclusión y marginación, debido a las condiciones propias de un sistema de valores impuesto por el machismo enraizado en la cultura de la región que coloca a las mujeres en una permanente subordinación a normas jurídicas y sociales que ni las protegen ni las representan.
En líneas generales, el contexto y la situación actual de las mujeres en los países centroamericanos es similar. Los colectivos de mujeres denuncian que el principal problema es la impunidad, la falta de voluntad política y la responsabilidad de los estados en los feminicidios ya que las autoridades minimizan el problema haciendo invisible una realidad social.
La ley no se adecua con la realidad social y esto fomenta la violación sistemática de los derechos humanos. Por ello, reivindican una visibilización de la problemática y que se lleven a cabo políticas de prevención, sistemas de investigación y el desarrollo de un marco jurídico.