Tal y como preveía la Coordinadora de ONG para el Desarrollo, los recortes han llegado… y llegan por igual a países prioritarios como a los de renta media: acaba de publicarse la "Resolución de 9 de febrero de 2012, de la Presidencia de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, por la que se aprueba la convocatoria de becas MAEC-AECID, para ciudadanos extranjeros, para el curso académico 2012-2013", y en la misma desaparecen las becas de nueva incorporación, generando un incomprensible vacío en la línea de inversión en las capacidades del ser humano de la Cooperación Española: «En la presente convocatoria se ha optado por primar la posibilidad de finalizar aquellos estudios o prácticas que se hubieran comenzado con una beca de la convocatoria anterior y no se ofertan algunos de los programas que venían apareciendo en convocatorias anteriores para ajustarse a las actuales restricciones presupuestarias».
El propio preámbulo del Decreto recuerda que «La oferta de formación educativa superior para ciudadanos extranjeros, para la realización de estudios en España, mediante la anual convocatoria de los distintos Programas de Becas MAEC-AECID para ciudadanos extranjeros, constituye un instrumento destacado de la política de cooperación española con los países receptores de ayuda oficial al desarrollo. Es, asimismo, un elemento esencial para las relaciones culturales y científicas de España con el resto del mundo».
No en vano, los programas de ayudas al estudio, marcaron durante generaciones a los profesionales americanos, y -en muchos casos- las herramientas incorporadas durante los estudios en España fueron decisivas para condicionar procesos transformadores a su vuelta.
En nuestro caso, que no hace ni seis meses, que se cumplieron los 40 años del primer convenio Hispano-hondureño de cooperación, así como los 90 años de la primera convocatoria de becas para iberoamericanos, resulta una gran pérdida la desaparición de las becas de nueva incorporación.
Desde entonces han sido cientos los estudiantes hondureños que han contribuido al desarrollo de Honduras tras pasar las aulas españolas.
Todavía en 1994, el “Convenio de cooperación cultural, educativa y científica entre el Reino de España y la República de Honduras”, establecía en su artículo 5 que «Ambas Partes favorecerán la concesión de becas de estudio y especialización a los estudiantes e investigadores de la otra Parte».
Es, en definitiva, una pérdida lamentable: en la época en que España usaba albarda y alpargatas, fuimos pioneros en la creación de lo que conocíamos hasta ahora como el Programa de becas MAEC-AECID a través del “Real decreto estableciendo las becas para ayudar a realizar estudios en España a los estudiantes de las Repúblicas hispano-americanas”.
Nuestro repudio a una medida de contención del gasto, que se ceba indolentemente en las personas: la cooperación para el desarrollo no es una política para años de bonanza económica, como no lo deben ser ninguna otra política o acción dentro de los servicios sociales. En un mundo cada vez más globalizado e interrelacionado no podemos ni debemos olvidar aquellas personas de cualquier lugar del mundo que están en peor situación debido a la crisis y sin asumir ninguna responsabilidad en los motivos que la han provocado.