Conscientes de la pertinencia del siguiente comunicado, procedemos a reproducirlo:
Con motivo de la Semana de la Cooperación al desarrollo del año 2010 la Asociación Profesional de Cooperantes, APC, se felicita que por segundo año consecutivo la orientación de la misma se centre en los temas que más preocupan a la ciudadanía española y no en la figura del cooperante. Concretamente, este año, en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La postura de nuestra Asociación es clara a este respecto, ya que consideramos que el vehículo más idóneo para "reconocer" nuestro trabajo no es la celebración de un "día" en especial, sino el respeto de nuestros derechos laborales, sin que el hecho de residir en el extranjero suponga ningún tipo de discriminación, como viene sucediendo hasta la fecha. Es necesario recordar que nuestra relación laboral y nuestros derechos ciudadanos siguen sin estar debidamente regulados al carecer de un adecuado desarrollo del Estatuto del Cooperante y de un Convenio Colectivo Sectorial que establezca nuestras condiciones de trabajo, y las particularidades de este colectivo de profesionales.
Con motivo de la Semana de la Cooperación al desarrollo del año 2010 la Asociación Profesional de Cooperantes, APC, se felicita que por segundo año consecutivo la orientación de la misma se centre en los temas que más preocupan a la ciudadanía española y no en la figura del cooperante. Concretamente, este año, en la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La postura de nuestra Asociación es clara a este respecto, ya que consideramos que el vehículo más idóneo para "reconocer" nuestro trabajo no es la celebración de un "día" en especial, sino el respeto de nuestros derechos laborales, sin que el hecho de residir en el extranjero suponga ningún tipo de discriminación, como viene sucediendo hasta la fecha. Es necesario recordar que nuestra relación laboral y nuestros derechos ciudadanos siguen sin estar debidamente regulados al carecer de un adecuado desarrollo del Estatuto del Cooperante y de un Convenio Colectivo Sectorial que establezca nuestras condiciones de trabajo, y las particularidades de este colectivo de profesionales.
Con respecto al desarrollo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio queremos
aportar algunos datos sobre el delicado momento en que vivimos:
1.400 millones de personas subsisten con menos de un dólar al día, de las cuales 854 millones viven en la pobreza extrema y pasan hambre. 72 millones de niños no van a la escuela y 9 millones de ellos mueren de enfermedades curables antes de cumplir los 5 años de edad. Hay 33 millones de personas infectadas de VIH de las cuales 3 millones mueren cada año y hay 2.300 millones de personas que no tiene acceso al agua potable.
Por otro lado los gastos militares, en todo el mundo, ascienden a 1,5 billones de dólares. Con la mitad de esta cantidad se podrían alcanzar ya los Objetivos de Desarrollo del Milenio, lo que significaría acabar de inmediato con el hambre y la pobreza en el mundo.
Si los países desarrollados dedicáramos el 0,7% del Producto Interior Bruto a la cooperación al desarrollo lo podríamos conseguir, pero solo 5 países del mundo lo hacen. Estos son: Suecia, que dedica el 1,12%, Noruega el 1,06%, Luxemburgo el 1,01%, Dinamarca el 0,88% y los Países Bajos el 0,82$. España dedica el 0,5% de su PIB, pero se comprometió a alcanzar el 0,7% en el año 2012, aunque ahora nos desdecimos y declaramos que, con motivo de la crisis económica, no podremos lograrlo. No obstante, la crisis económica no debería ser, en ningún caso, una excusa para no alcanzar esa cifra, ya que no se trata de dedicar un número exacto de millones a la cooperación al desarrollo, sino un porcentaje sobre la riqueza del país, lo que significa que a más riqueza nacional más tendríamos que aportar al desarrollo de otros países y a menos riqueza menos cantidad relativa, sin necesidad de tener que modificar el porcentaje comprometido por motivos coyunturales.
La realidad es que, a pesar de la crisis económica, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico, de la que forma parte España, dedica
900.000 millones de dólares a gastos militares, frente a los 100.000 que gasta en cooperación al desarrollo, cuando con 760.000 millones de dólares se podrían alcanzar ahora los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo España dedica a gastos militares 18.000 millones de euros, frente a los 5.000 millones que gastamos en ayuda al desarrollo.
Las cifras hablan por sí mismas. Pero no se trata sólo de cifras, también tenemos que mejorar la calidad de la ayuda, profesionalizando su servicio y dando mayor participación a los países receptores de la misma. Así mismo es necesario condonar buena parte de la deuda externa de los países menos avanzados, y acabar con los subsidios agrarios que distorsionan el comercio mundial de materias primas. Y por último avanzar más en la integración comercial de los países menos desarrollados, apoyando los principios y las prácticas del comercio justo.
No hay excusas, se puede y se debe acabar con la pobreza en el mundo ahora. Somos la primera generación, en la historia de la humanidad, con capacidad para hacerlo.
Retrasar esta urgente tarea significa que no queremos darle la prioridad a las
personas que de verdad lo necesitan, y que preferimos seguir alimentando un modelo de desarrollo absurdo, basado en la sobre explotación del medio ambiente, y en una carrera armamentista sin sentido, que cada día nos aleja un poco más de nuestra condición de seres humanos.
Accede a la página web de la Asociación Profesional de Cooperantes, APC.
aportar algunos datos sobre el delicado momento en que vivimos:
1.400 millones de personas subsisten con menos de un dólar al día, de las cuales 854 millones viven en la pobreza extrema y pasan hambre. 72 millones de niños no van a la escuela y 9 millones de ellos mueren de enfermedades curables antes de cumplir los 5 años de edad. Hay 33 millones de personas infectadas de VIH de las cuales 3 millones mueren cada año y hay 2.300 millones de personas que no tiene acceso al agua potable.
Por otro lado los gastos militares, en todo el mundo, ascienden a 1,5 billones de dólares. Con la mitad de esta cantidad se podrían alcanzar ya los Objetivos de Desarrollo del Milenio, lo que significaría acabar de inmediato con el hambre y la pobreza en el mundo.
Si los países desarrollados dedicáramos el 0,7% del Producto Interior Bruto a la cooperación al desarrollo lo podríamos conseguir, pero solo 5 países del mundo lo hacen. Estos son: Suecia, que dedica el 1,12%, Noruega el 1,06%, Luxemburgo el 1,01%, Dinamarca el 0,88% y los Países Bajos el 0,82$. España dedica el 0,5% de su PIB, pero se comprometió a alcanzar el 0,7% en el año 2012, aunque ahora nos desdecimos y declaramos que, con motivo de la crisis económica, no podremos lograrlo. No obstante, la crisis económica no debería ser, en ningún caso, una excusa para no alcanzar esa cifra, ya que no se trata de dedicar un número exacto de millones a la cooperación al desarrollo, sino un porcentaje sobre la riqueza del país, lo que significa que a más riqueza nacional más tendríamos que aportar al desarrollo de otros países y a menos riqueza menos cantidad relativa, sin necesidad de tener que modificar el porcentaje comprometido por motivos coyunturales.
La realidad es que, a pesar de la crisis económica, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico, de la que forma parte España, dedica
900.000 millones de dólares a gastos militares, frente a los 100.000 que gasta en cooperación al desarrollo, cuando con 760.000 millones de dólares se podrían alcanzar ahora los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Sin embargo España dedica a gastos militares 18.000 millones de euros, frente a los 5.000 millones que gastamos en ayuda al desarrollo.
Las cifras hablan por sí mismas. Pero no se trata sólo de cifras, también tenemos que mejorar la calidad de la ayuda, profesionalizando su servicio y dando mayor participación a los países receptores de la misma. Así mismo es necesario condonar buena parte de la deuda externa de los países menos avanzados, y acabar con los subsidios agrarios que distorsionan el comercio mundial de materias primas. Y por último avanzar más en la integración comercial de los países menos desarrollados, apoyando los principios y las prácticas del comercio justo.
No hay excusas, se puede y se debe acabar con la pobreza en el mundo ahora. Somos la primera generación, en la historia de la humanidad, con capacidad para hacerlo.
Retrasar esta urgente tarea significa que no queremos darle la prioridad a las
personas que de verdad lo necesitan, y que preferimos seguir alimentando un modelo de desarrollo absurdo, basado en la sobre explotación del medio ambiente, y en una carrera armamentista sin sentido, que cada día nos aleja un poco más de nuestra condición de seres humanos.
Accede a la página web de la Asociación Profesional de Cooperantes, APC.
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