"Tengo la seguridad que ustedes recuerdan el terror que se vivía en
Honduras durante la década de la dictadura militar de los años 80." Así
comienza su carta un amigo hondureño para relatarme la situación que se
está viviendo en su país. "Las desapariciones y asesinatos políticos, el
allanamiento de viviendas de noche, el ametrallamiento de autobuses, la
prohibición de marchas para exigir el regreso del presidente
constitucional, son ahora la nueva realidad de Honduras". No es
casualidad que el primer golpe de Estado de América Latina en el siglo
XXI se haya producido en Honduras, pues la historia de este país está
jalonada desde 1911 de golpes de Estado propiciados por las compañías
bananeras norteamericanas, y siempre gobernado por partidos
conservadores. ¿Por qué ahora en pleno siglo XXI un golpe de Estado?
En un artículo publicado en Costa Rica por El Universal, se puntualiza que "quien manda realmente en Honduras, Guatemala y El Salvador es una vieja alianza de política y negocios protegida por los ejércitos". Tras el golpe de Estado en Honduras, la autoría intelectual se atribuye a la oligarquía. El objetivo es claro, perpetuar sus intereses, la exclusión social de las mayorías, y prolongar un estado de violencia estructural. En el mismo artículo, el analista hondureño Manuel Torres manifestaba: "En Honduras las familias acaudaladas son el lobby más poderoso y su expresión política es el secuestro y captura del Estado". No podemos olvidar que una minoría que representa el 10% de la población obtiene el 51% de la renta. El empresariado hondureño propietario de las maquilas, las fabricas cárcel, se oponía al incremento del salario mínimo, elevándolo Zelaya al doble. Estas familias son propietarias de los principales medios de comunicación que operan con total libertad para justificar el golpe de Estado, mientras los medios opositores ven cercenada la libertad de expresión.
El otro actor imprescindible en el golpe es el ejército. Reaparecen después de treinta años los militares en el espectro político. También ex militares implicados en las desapariciones de los años ochenta. En su informe la Misión Internacional de Derechos Humanos dice, "las fuerzas militares ocuparon y silenciaron Radio Progreso, hostigado su director, el jesuita Ismael Moreno, El Canal 36, Radio TV Maya, Canal 26 y Radio Globo fueron militarizadas. Ametrallamiento de Radio Juticalpa, amenazas de muerte contra director diario El Libertador Sr. Jhonny Lagos. Entre las vulneraciones se encuentran las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzosas". Según Berta Oliva, presidenta del Comité de Familiares de Desparecidos en Honduras, "en los últimos 40 días hemos contabilizado 2.000 detenciones ilegales, 9 asesinatos, incontables amenazas de muerte que provienen del ejército y la policía". Su programa radiofónico "Voces contra el olvido" fue de los primeros que cerraron. El ejército y la policía han violado la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, algo que ni en la dictadura de los años ochenta se habían atrevido, irrumpiendo con tanquetas, disparando y tirando al suelo a la Rectora de la Universidad Julieta Castellanos, siendo testigo Andrés Pavón del Comité de Defensa de los Derechos Humanos.
Pero habría que preguntarse ¿tan peligrosa era la consulta de la cuarta urna propuesta por el presidente Zelaya para cambiar la constitución? ¿Acaso la democracia participativa supone un peligro? Como dijo el escritor Eduardo Galeano a la hondureña Radio Progreso "si las constituciones no se pudiesen cambiar estaríamos en la era paleolítica, lo que equivale a decir que un negro no podría ser presidente de Estados Unidos, o que las mujeres no podrían votar". ¿O era realmente la consulta la excusa para el golpe de Estado? Lo cierto es que el Tratado de Libre Comercio impulsado por los Estados Unidos beneficiaba a los grupos de poder económico USA. La medida de Zelaya de incorporarse al ALBA, posibilitaba una relación comercial entre iguales con los países latinoamericanos en materias energéticas, de fármacos más asequibles y alimentación más barata. Esto sí preocupaba a los grupos de poder tanto hondureños como norteamericanos. Cuesta creer que algo se mueva en Centroamérica, sin que lo Estados Unidos lo ignoren o toleren, máxime cuando la base militar estadounidense de Palmerola ubicada en Honduras tiene como misión el control de la región centroamericana. El fantasma del comunismo aún planea entre la derecha hondureña y norteamericana. También cuesta creer que sin apoyo externo se sostengan los golpistas. Para el escritor hondureño Julio Escoto, "cualquier solución a la crisis en Honduras pasa por la restitución de Zelaya, sin esa restitución, sería una validación del golpe". Hay que aislar a los golpistas tanto diplomáticamente como con los convenios de cooperación. Omaba ha estado muy tibio con el golpe de Estado y como dice Vicenc Navarro, "que las políticas de Obama sean mejores que las de Bush, no quiere decir que el presidente Obama sea ahora la fuerza política progresista que cambiará América Latina."
Hay que permitir que los pueblos construyan su historia al margen de sables, rancias intervenciones de las oligarquías locales y de los grupos de presión del norte. La era del patio trasero está fuera de lugar.
Ton Blanco Carballo - Colaborador de la Fundación 10 de Marzo de CC OO.
En un artículo publicado en Costa Rica por El Universal, se puntualiza que "quien manda realmente en Honduras, Guatemala y El Salvador es una vieja alianza de política y negocios protegida por los ejércitos". Tras el golpe de Estado en Honduras, la autoría intelectual se atribuye a la oligarquía. El objetivo es claro, perpetuar sus intereses, la exclusión social de las mayorías, y prolongar un estado de violencia estructural. En el mismo artículo, el analista hondureño Manuel Torres manifestaba: "En Honduras las familias acaudaladas son el lobby más poderoso y su expresión política es el secuestro y captura del Estado". No podemos olvidar que una minoría que representa el 10% de la población obtiene el 51% de la renta. El empresariado hondureño propietario de las maquilas, las fabricas cárcel, se oponía al incremento del salario mínimo, elevándolo Zelaya al doble. Estas familias son propietarias de los principales medios de comunicación que operan con total libertad para justificar el golpe de Estado, mientras los medios opositores ven cercenada la libertad de expresión.
El otro actor imprescindible en el golpe es el ejército. Reaparecen después de treinta años los militares en el espectro político. También ex militares implicados en las desapariciones de los años ochenta. En su informe la Misión Internacional de Derechos Humanos dice, "las fuerzas militares ocuparon y silenciaron Radio Progreso, hostigado su director, el jesuita Ismael Moreno, El Canal 36, Radio TV Maya, Canal 26 y Radio Globo fueron militarizadas. Ametrallamiento de Radio Juticalpa, amenazas de muerte contra director diario El Libertador Sr. Jhonny Lagos. Entre las vulneraciones se encuentran las ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzosas". Según Berta Oliva, presidenta del Comité de Familiares de Desparecidos en Honduras, "en los últimos 40 días hemos contabilizado 2.000 detenciones ilegales, 9 asesinatos, incontables amenazas de muerte que provienen del ejército y la policía". Su programa radiofónico "Voces contra el olvido" fue de los primeros que cerraron. El ejército y la policía han violado la autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, algo que ni en la dictadura de los años ochenta se habían atrevido, irrumpiendo con tanquetas, disparando y tirando al suelo a la Rectora de la Universidad Julieta Castellanos, siendo testigo Andrés Pavón del Comité de Defensa de los Derechos Humanos.
Pero habría que preguntarse ¿tan peligrosa era la consulta de la cuarta urna propuesta por el presidente Zelaya para cambiar la constitución? ¿Acaso la democracia participativa supone un peligro? Como dijo el escritor Eduardo Galeano a la hondureña Radio Progreso "si las constituciones no se pudiesen cambiar estaríamos en la era paleolítica, lo que equivale a decir que un negro no podría ser presidente de Estados Unidos, o que las mujeres no podrían votar". ¿O era realmente la consulta la excusa para el golpe de Estado? Lo cierto es que el Tratado de Libre Comercio impulsado por los Estados Unidos beneficiaba a los grupos de poder económico USA. La medida de Zelaya de incorporarse al ALBA, posibilitaba una relación comercial entre iguales con los países latinoamericanos en materias energéticas, de fármacos más asequibles y alimentación más barata. Esto sí preocupaba a los grupos de poder tanto hondureños como norteamericanos. Cuesta creer que algo se mueva en Centroamérica, sin que lo Estados Unidos lo ignoren o toleren, máxime cuando la base militar estadounidense de Palmerola ubicada en Honduras tiene como misión el control de la región centroamericana. El fantasma del comunismo aún planea entre la derecha hondureña y norteamericana. También cuesta creer que sin apoyo externo se sostengan los golpistas. Para el escritor hondureño Julio Escoto, "cualquier solución a la crisis en Honduras pasa por la restitución de Zelaya, sin esa restitución, sería una validación del golpe". Hay que aislar a los golpistas tanto diplomáticamente como con los convenios de cooperación. Omaba ha estado muy tibio con el golpe de Estado y como dice Vicenc Navarro, "que las políticas de Obama sean mejores que las de Bush, no quiere decir que el presidente Obama sea ahora la fuerza política progresista que cambiará América Latina."
Hay que permitir que los pueblos construyan su historia al margen de sables, rancias intervenciones de las oligarquías locales y de los grupos de presión del norte. La era del patio trasero está fuera de lugar.
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